domingo, 6 de junio de 2010

La señora del perrito




Tres notas a pie de página de un libro sobre Juana de Arco:


1/El proceso de Juana de Arco, de Robert Bresson: la llevan a la hoguera, (el dramatismo de este recorrido aparece en un plano, los pies de Juana que avanzan, a pasitos cortos y acelerados, porque la camisa larga de mujer que le han puesto para la ejecución no le permite dar pasos largos), cuando ya la están atando aparece, en el pasillo dejado por los espectadores y por el que ha pasado Juana, un perrito, que viene hacia la cámara, se detiene y se queda mirando. Este perrito no aparece antes ni después. Es más, los únicos animales que también aparecen en la película son dos palomas al final. ¿De dónde sale este perrito? ¿Manera extravagante de recordar que Juana no es más que una joven? ¿Detalle aparentemente trivial, extraño, concreto, que hace aparecer lo real en el símbolo, a la manera de aquella última frase de Un condenado a muerte se ha escapado, “si me viese mi madre”? ¿Resto de una idea original, los destinos paralelos de Juana y un perrito, o el proceso de Juana visto desde el punto de vista de un perrito, perrito llamado Baltasar? ¿O viene esto de algún lugar en el texto del proceso de rehabilitación?


2/ Las lágrimas en El proceso de Juana de Arco: en el primer retorno de Juana a su celda, aparentemente a destiempo del drama, como retenidas, que aparecen sin que puedan evitarse, lágrimas de cansancio, de agotamiento e impotencia más que de dolor o de martirio, llanto más que lágrimas y mano que viene a cubrir el rostro para que no se vean. (Parecen decir, entre otras cosas, esta película se titula El proceso, no La pasión.)

Cuando Juana está en la hoguera, los dos monjes que le parecían más afines, uno de ellos le tiende la cruz, se diría que los dos lloran, pero no por la pena, sino por el humo de la hoguera.


3/La prisión: unos pies se acercan a Juana, ella duerme, abre los ojos, dos soldados se han acercado, retroceden. La prisión, más que el lugar donde se cierran las puertas, es el lugar en el que a toda hora las puertas pueden abrirse, los jueces entrar en la habitación. No tanto una puerta que los demás cierran cuanto una puerta que Juana no puede cerrar, un lugar en el que es vista en permanencia, una habitación en la que pueden entrar mientras duermes. El proceso…



viernes, 4 de junio de 2010

El silencio llama a las puertas de la ciudad




(Música, ruido, disparos, palabras, ritmo acelerado de las palabras, gritos… Ciudad de luces y de ruido, a sus puertas llama el silencio, a sus puertas llama Nosferatu. Nadie lo ha visto venir, ya está dentro, puertas interiores que nadie pensó en cerrar, que nadie pensó en vigilar.)

King of New York podría titularse también Nosferatu en Nueva York, como Tarzán en Nueva York. En una secuencia Frank White está viendo el Nosferatu de Murnau y a partir de ahí (o quizás antes), se va nosferaturizando, a su manera silenciosa, se acaba apagando de un balazo. En medio del Nueva York de finales de los ochenta se va colando un pasado mudo.

(Normal que acabase llegando The Addiction, vampiros en Nueva York, blanco y negro, final de cine mudo, la cruz y el silencio.)

¿Y si una de las singularidades de Ferrrara fuese esa, la de ser, al menos por momentos, un cineasta mudo que filma las luces y sombras de la ciudad contemporánea?

Todo esto a cuento de haber visto El ángel de la venganza, una de sus primeras películas, una chica muda que trabaja en un taller de moda es violada dos veces en un día, mata al segundo de los agresores, lo corta en pedazos que va distribuyendo por Nueva York en bolsas de plástico negras y empieza a disparar sobre todo hombre que se le acerca, teniendo en cuenta que cada vez se va dejando acercar más. Algo hay de la caza nocturna del vampiro. Vampiro mudo. La costurera tímida transformada en vampiro, en ángel de la muerte.

(A la mirada de Frank White, a la mirada de Thana, más vale no asomarse. Como ese sentido de la pausa flotante de Christopher Walken, esa mirada de de Zoe Lund, si te asomas al interior de la pausa sólo hay abismo, vértigo. “Es peligroso asomarse al interior”. El silencio en llamas en el corazón de la ciudad.)

Melodramas mudos, venidos de un pasado muy lejano, de otro mundo, reapareciendo en medio de nuestro presente. (No recuerdo ya si Juliette Binoche hablaba en Mary, recuerdo que acababa siendo sólo una imagen sin voz, se había perdido en otro mundo, o a través de ella otro mundo había entrado en el nuestro. La pasión de Cristo, junto con el vampiro, en los orígenes del cine.)

Melodramas mudos, uno puede casi imaginarse a Lillian Gish en una película de Ferrara, un remake de Lirios rotos en la Cocina del Infierno. Si no lo ha hecho ya en alguna de las películas que no he visto.

Todo ello por no hablar del perro.

(…)


jueves, 3 de junio de 2010

Pasatiempos


Observe el rótulo de Film Socialisme y el de Banda aparte y encuentre los siete errores.