martes, 6 de marzo de 2018

un puzzle sin caja



Ahí, con la mano, con el dedo, está marcando hasta dónde están cubiertas de negro, hasta dónde están cubiertas de mierda en la fábrica de pilas Wonder, y está diciendo que no entrará, que no volverá a entrar, porque es un día del 68 y llevan tres semanas de huelga y hoy, poco antes, se ha votado la vuelta al trabajo, pero ella no quiere volver a entrar, no puede querer volver a entrar después de esas tres semanas fuera, y para explicarlo dice eso, dice hasta dónde están de mierda cuando trabajan, dice lo que los dos hombres de los sindicatos, uno a cada lado, no han visto, y les dice que no pueden imaginarlo, les da la imagen y ellos no la ven, porque están a lo suyo, hay que saber parar una huelga, y eso está filmado por unos estudiantes de cine que pasaron por allí y esa película de diez minutos se llama La reprise du travail aux usines Wonder, pero la película de la que ahora hablo no es esa, es otra, se llama simplemente Reprise, y en ella un cineasta que años más tarde vio esas imágenes busca veinte años después a esa mujer que decía que no volvería a entrar en la fábrica Wonder, y para buscarla va viendo y escuchando a gente de aquella que estaba en el plano y a gente de aquella que podría haber estado en el plano, la gente de la fábrica y la gente de los sindicatos, durante tres horas los ve y los escucha, y oímos muchas cosas, todo un mundo, todo un tiempo, y entre las cosas que una y otra vez oímos pero nunca vemos está la fábrica, descrita en detalle y descrita de pasada, un pasillo largo, un taller sucio, tan sucio y corrosivo que a quien salía de allí no le dejaban acercarse a otras herramientas, un techo con goteras que hacía salpicar cuando llovía un líquido químico sobre una de las obreras, las oficinas arriba, otro taller menos sucio donde se embalaban las pilas, dos baños para cuatrocientas obreras, despachos a los que subir para reclamar, gestos que se repiten y se repiten y se sueñan de noche, oímos todo eso y más y no lo vemos, apenas lo podemos imaginar, es como un puzzle de piezas creadas por la palabra y que no siempre encajan, un puzzle con sus esquinas y con algunas piezas de un único color, negro, y ninguna imagen de referencia, ninguna foto en la caja para saber bien qué es lo que estamos reconstruyendo, porque la película, como la mujer del 68, nunca entra en la fábrica, que todavía está más o menos en pie, aunque transformada en otra cosa, usos culturales, creo, al principio el cineasta hace amago de entrar pero alguien le dice que no, que no se puede entrar y no insiste, casi mejor, hay cosas que ya no se pueden ver donde realmente sucedieron, hay cosas que solo se pueden reconstruir con palabras, que solo se pueden reconstruir a sabiendas de que esa imagen será incompleta, será nada más que una imagen entre otras, en el centro de la película hay una mujer a la que se busca pero también hay un lugar que se describe una y otra vez pero no se ve, y es como si todo ese mundo que va apareciendo alrededor, todos esos rostros y palabras y preguntas que uno se hace sobre cómo ha pasado el tiempo por ellos, sobre cómo ha pasado el tiempo por el mundo, como si todo eso existiese, tuviese su tiempo, respirase, porque en el centro hay algo invisible, algo que no vemos, lo visible ayuda a hacer ver lo invisible, pero también sucede la inversa, que lo invisible aguza nuestra atención, lo invisible nos hace de veras mirar lo visible. 
(Reprise, Hervé Le Roux)

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