domingo, 18 de febrero de 2018

para qué sirve la sed

Y nunca vemos a un personaje poner cara de sed, no, aunque es importantísimo darse cuenta de eso, de que están en el desierto y durante kilómetros y kilómetros no hay más agua que la que se pueda cargar, pero cuando la película nos lo dice, cuando nos lo hace sentir, lo hace adelantándose, contando ya un más allá de la sed, lo hace mostrándonos a la caravana del elixir mágico, dos mujeres y dos hombres, borrachos perdidos en medio del desierto, sin caballo ni mula, borrachos perdidos porque el único líquido que les quedaba y que llevan tres día bebiendo es ese elixir mágico, que como el nombre deja adivinar es un licor, pero eso al principio no lo sabemos, no, cuando los vemos borrachos, como parecen gentes de esas de moral dudosa, podemos pensar que están borrachos por vocación, pega con la imagen que podríamos esperar de ellos, quizás de veras sean borrachos allá en las ciudades, pero aquí no es eso, apenas se nos da esa imagen previsible y ya estamos entendiendo que estábamos equivocados, bebían eso porque era lo único que les quedaba para seguir vivos un rato más, y no es la primera ni la última vez que pasa en la película, porque también va un poco de eso, de rectificar imágenes, les pasa a los mormones al principio, pasa en el encuentro con los indios, se nos da la imagen esperable y al poco se da un quiebro, en la escena de los falsos borrachos vocacionales pasa eso y también pasa que se nos da la imagen de la sed yendo ya más allá de esa imagen, complicándola, entretejiéndola con otros problemas, dándonos en realidad mucho trabajo, como quien no quiere la cosa. 

Cuando van a cruzar el desierto se cargan de agua y entonces está la escena del afeitado, el doctor coge una poca de agua para afeitarse, como si no supiese que una poca de agua en ese momento es mucha agua, coge una poca de agua de un barreño de los mormones y se la lleva y entonces Travis llega y le explica el problema, que el doctor entiende pero no entiende, porque se empeña en afeitarse a pesar de todo, y Travis le quita el agua y se la vuelve a llevar a los mormones, y el más mayor de entre ellos, que se ve que entendía pero ya no entiende, en vez de devolver el agua al barreño la tira al suelo, suponemos que porque no quiere un agua que haya pasado por las manos del doctor, y así se igualan él y el doctor en la cabezonería, se igualan no en el heroísmo ni en la muerte, sino en la tontería, cada cual a su manera, cada cual la suya. 

Y, cuando al fin han cruzado el desierto, Sandy les grita que hay un río cerca y dispara al aire, ahora le toca a Sandy hacer lo que no hay que hacer, ahora le toca a Sandy ser un poco tonto, en otros momentos será listo, y en otros momentos se descubrirá que tiene habilidades que nadie más tiene, o no tan bien como él, como es hablar navajo, pero en este momento lo que hace es provocar una peligrosa carrera hacia el río, y en realidad no era eso lo que quería contar, no es la carrera peligrosa pero tampoco tan grave, lo quería decir es que al llegar al río, tras kilómetros y kilómetros de desierto que no hemos visto, se lanzan a él con una voracidad de agua que nos hace sentir toda la sed que en la película no hemos visto, como si la imagen de la sed y del calor no pudiese dar toda su medida más que en el encuentro con el agua, como si la imagen más fuerte no fuese la que vemos directamente sino aquella que de pronto imaginamos, convocada por el después, como en aquella secuencia de Pilgrimage en la que veíamos recomponerse una foto de la que no sabíamos que había sido desgarrada, como si la verdadera imagen del desierto solo nos la pudiese dar el agua y la verdadera imagen del agua solo nos la pudiese dar el desierto. 

(Wagon Master, John Ford)

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