jueves, 6 de abril de 2017

color amarillo sonrisa


Qué amarillos son esos calcetines amarillos en este plano hecho de marrón, gris y negro, ¿verdad?
Son como un destello eléctrico en una película que, todavía no lo sabemos, estará llena de colores puros, la hierba verde del mundo de los ricos, por ejemplo, tan verde que parece mentira, parece que la hayan pintado los criados al amanecer.
Esos calcetines de color amarillo audaz son de Paul, dieciséis años, creo, un chico joven que es, aunque todavía no lo sabemos, de una familia pobre, pero que ha conocido a un hombre mayor y rico, Philippe, y la película será la historia de la relación entre Paul y Philippe, pero también el descubrimiento que hace Paul del mundo de los ricos, un descubrimiento maravillado y a veces doloroso de ese mundo donde la hierba es tan verde.
Pero quería quedarme por ahora en esta primera secuencia, con sus calcetines amarillos sobre fondo gris, negro y marrón, sobre ella suena la música, algo así como daradada dadaidada, y el limpiabotas arrodillado hace rezumar con sus manos de trabajador el betún negro en la esponja que usa para darle brillo a los zapatos, y ahí está él de rodillas, abajo, y arriba está Paul, muy elegante, de traje vestido, con corbata, y tras él un fondo irreal de cielo al atardecer y sombrilla.
El limpiabotas con gestos bellos, precisos, desenvueltos, casi musicales, da brillo a los zapatos y mira hacia arriba, hacia Paul, y le sonríe, y Paul recibe la sonrisa del limpiabotas y le responde también con una sonrisa, dos sonrisas que no sabemos qué dicen, una sonrisa de cada lado del dinero, arriba y abajo, habrá en la película varias sonrisas así, que están diciendo algo que solo los personajes conocen, que nosotros apenas podemos adivinar, quizás el limpiabotas y Paul se reconocen a su manera iguales, no sabemos, pero esa sonrisa ya nos va avisando de que la película que vamos a ver no es como las demás, de que en su corazón va a haber una sonrisa, un reconocimiento, también una extraña suavidad, creo que nunca vi una película tan suave, por mucho que lo que cuenta pueda llegar a adivinarse duro lo más importante será esa ternura presente entre los dos amigos, los dos amantes, Paul y Philippe, esa ternura que solo el azar podrá romper, y es bello pero también extraño, y a veces melancólico, el ver este mundo extraño donde nunca se alza la voz.
(Les amis, Gérard Blain)

miércoles, 5 de abril de 2017

ya habla el aire


en er mundo, lo bailamos juntos

Casi no se nota, se ve muy mal, la copia es muy mala, un viejo vhs, pero no importa, esas manchitas blancas y negras en el centro de la imagen son Pierre y Djemila en moto, ella tiene catorce años, él tiene dieciséis, ella es de origen argelino, él es de origen francés, esto es el norte de Francia a mediados de los ochenta y la historia es una vez más una variante de Romeo y Julieta y va a acabar muy mal claro, (¿hay versiones de Romeo y Julieta que acaben bien? de veras lo pregunto), pero lo que importa ahora es que Pierre y Djemila se quieren, están descubriendo qué es eso de quererse, y van en moto a un lugar apartado, un lugar hecho del verde de la vegetación y del agua del canal, tan diferente de la plaza de cemento inmóvil que hay entre sus casas, cuando están juntos Pierre y Djemila no se dicen muchas cosas pero en la imagen se siente ese amor púdico, se siente por el movimiento del verde, del agua, de la moto, se siente en el amor de la cámara por el mundo sensible, se sentirá más tarde cuando vayan a la feria y de nuevo no tengan mucho que decirse pero bailen, muy lindamente bailen, atreviéndose apenas a moverse, descubriendo apenas que sus cuerpos pueden moverse mientras alrededor de ellos vibra la fiesta.
Casi al final, cuando ya sentimos que se acerca la tragedia, Pierre y Djemila van juntos a ver el mar, era algo que querían hacer, ver el mar juntos, apenas lo han dicho una vez, pero se dicen tan pocas cosas que no se olvidan, van al mar, dan un paseo en barco y de nuevo apenas hablan un poco del amor que sienten y de los peligros que les esperan, no hace falta que hablen mucho porque de nuevo el mundo sensible habla por ellos, el mar, el movimiento del barco, el sonido del motor, otra pareja junto a ellos, las inmensas ruinas industriales, las chimeneas de las fábricas, no hace falta que hablen porque ya el mundo de alrededor se carga de movimiento pero también de tristeza y hace resonar cada palabra, las hace sonar cargadas de destino en ese barco que no va a ninguna parte.
(Pierre et Djemila, Gérard Blain)

domingo, 2 de abril de 2017

el truco de la campanilla


Ella espera. Se ve que espera algo, que espera a alguien ¿no? Espera que venga a despedirla, a decirle una última palabra, a verla y ser vista una última vez, alguien que no vendrá y eso lo adivinamos desde el principio, aunque podemos, si queremos, esperar con ella, pero no, esta es una película en la que no pasan esas cosas.
Ella espera y se oye la voz de la megafonía, los gritos de última hora, las frases del hombre que la acompaña, que habla de frío y de mantas y que dice también que nadie vendrá, y se oye el canto de unos jóvenes uniformados que no sé si serán estudiantes o qué, se oye sin cesar ese canto, que es la música de la escena, que es como otra película pasando ahí al lado, una película que no tiene nada que ver.
En esta película siempre se están oyendo cosas así, músicas lejanas, músicas de otras vidas, frases sueltas que hablan del tiempo, de encontrar casa, de sake derramado, campanillas de las puertas que siempre suenan igual, pase lo que pase, hay siempre un contrapunto de otras vidas viviendo, ahí al lado de las que nosotros acompañamos, hay como una banalidad en paralelo con los momentos más duros o más tristes de los personajes, y esto tampoco es que sea algo muy original, claro, y sin embargo funciona, hay cosas así, trucos que casi siempre funcionan, tienen una parte de verdad que nunca acaba de gastarse.
"¡Tanako! ¡Tanako!" llama la mujer rota en medio de la sala de mahjong, "Tanako, Tanako..." retoma uno de los jugadores, como una cancioncilla, y añade alguna rima tonta, y siempre hay algo así de fondo, algo rimando, y a veces la rima es insoportable, se podría decir que de eso muere un personaje, de la rima de su sufrimiento en el sufrimiento fingido, ridículo, de otro personaje, de ver en esa rima toda la distancia que la separa del otro, de afirmar esa distancia en un gesto, en una carrera, de querer silenciar para siempre la campanilla del mundo.
(Crepúsculo de Tokio, Yasujiro Ozu)