viernes, 9 de septiembre de 2011

Sultanes del zoom (intro hablada)


También hay días que hablamos del zoom. De los sultanes del zoom. Si hiciésemos un ciclo... Si nos pusiésemos teóricos... No, eso no. Mejoría sí, teoría no. Nos faltan medios. Perdimos el aparato teórico. En el autobús. Tampoco era muy grande. Por eso lo perdimos.

(Aunque, bien leído, seguro que Epstein ya tenía algo que decir del zoom.)

Hablamos y hablamos de escribir algo que no empezase con Cuento de cine, que no empezase con ese día en que Hong Sangsoo se lió a hacer zooms. No empezaríamos por él pero un poco culpa suya sí lo sería. Porque pocos cineastas recientes han hecho más por el zoom. O por pocos ha hecho tanto el zoom. No es que antes no fuese bueno, era muy bueno, pero qué suelto se le ve ahora, entrando y saliendo de la escena como quiere, todo tan bonito sin ser bonito.

Porque, ¿ recordáis cuando el zoom era hortera? Cuando esas cosas no se hacían, caca, reliquias de los sesenta, o de los setenta, cosas de la tele, cosas de los italianos (sí de los italianos eran esas cosas, pero habíamos olvidado qué italianos). Algo así como los sintetizadores en música. (¿Sintetizadores? No sé, uso la palabra al buen tuntún. ¿Qué es aquello que sonaba en ciertos discos de Leonard Cohen que sonaba tan a los ochenta?)

Luego llegaron ciertos planos, cada cual los suyos, por ejemplo algunos de Y la vida continúa, y uno descubría que el zoom, como casi todo, podía ser la leche, podía ser elcine. Zoom entrando a través de la ventana de un muro en ruinas y descubriendo un paisaje intacto. Zoom saliendo en el plano final para descubrir las dimensiones de la última cuesta.

Y luego recordar por fin que el zoom había sido de verdad cosa de los italianos, pero de los de verdad, y también cosa de los modernos y los undergrounds. Que el Pan Cinor lo hicieron para Rossellini, para que él mismo lo manejase durante las tomas. Action filming. Cine en directo. Claro que era cuando Rossellini ya andaba pensando en salirse del cine. Sería eso. El zoom para que el cine se salga del cine.

El zoom llegaba cuando un cineasta ya iba sobrado, cuando había demostrado que ya no tenía nada que demostrar. (Y no como ahora, que casi todos andamos desesperados por hacer cine que parezca cine. ) Cuando la Historia del Cine, en el fondo, ya se había acabado. Rossellini con su Pan Cinor y sus filósofos. Visconti que ya lo había dejado todo bien cambiado para que nada cambiase y venga con las estrellas de la osa, y más tarde venga a hacer zooms para conseguir que la mirada de el profesor von Aschenbach y la de Tadzio no llegasen a cruzarse nunca. (¡Aquí nos gusta mucho Muerte en Venecia!)

(Cambiando brevemente de tema. A mí que no tengo oído ni gusto musical siempre me fascinó (cual agujero negro, fosa séptica, despeñadero, pregunta sin respuesta...) cuando los músicos buenos, los músicos que algo saben de esto, digamos los reconocidos, iban y le ponían a sus canciones coros de niños. Porque a mí los coros de niños siempre me han parecido horteras, como el zoom a otros, y sin embargo a ellos, que se supone que saben lo que hacen, de pronto les parecen necesarios. Aunque tampoco creo que los coros de niños sean a la música lo que el zoom es al cine. ¿Cuales son entonces los coros de niños del cine?)

Volviendo al tema, el zoom como puerta al fondo para que el cine se salga del cine. O para que no entre: Warhol paseando el zoom por la Velvet Underground, Michael Snow avanzando lentamente por los límites del cine, de la ficción y quizás del aburrimiento (los límites, he dicho los límites) y ya de paso dejándole hecha a Burch media praxis del cine.

Y se podría hablar, se hablará también, de los zooms de Godard, y de los de Cottafavi (me acabo de enterar, ay, de que hizo una Noches blancas para la tele con Monica Vitti, invisible porque nada más emitirse utilizaron la cinta para grabar otra cosa...) y los de Straub (hacer zooms donde un travelling se cargaría el monte).

Y preguntaríamos a nuestro hombre en el cine español por el objetivo de lente variable de Val del Omar. Y por Crimen imperfecto.

Todo lo añadiríamos a la cesta, y lo que ustedes quieran, esto es cuestión de sentarse a ver, y a beber, y a hablar, a pensar hablando, a hablar pensando.